Por Alex Madrid / info@eurohoops.net
¿Y si la solución estaba en casa? El pasado martes, el Estudiantes anunciaba que depositaba su confianza y su futuro en el máximo nivel del baloncesto español en Javier Zamora. Un técnico novato en los banquillos de la ACB, pero experto en la formación de jóvenes talentos.
Zamora es un entrenador que se adapta a la plantilla. Minimiza las debilidades de su equipo y aprovecha todas y cada una de las fortalezas, por muy pequeñas que sean. Eso sí, le da una importancia vital al compromiso de sus jugadores. Y, al menos en su primer partido a cargo, ante el Unicaja, lo demostraron. Desde el salto inicial al descanso, el Estudiantes jugó sus 20 mejores minutos de la temporada. Defensa física, correr el contraataque y, por qué no decirlo, el partidazo de Phil Scrubb, Aleksa Avramovic y Víctor Arteaga.
Puede que, además de la salvación, dirija al equipo de la calle Serrano a la recuperación de su histórica identidad. Su primera prueba fue, precisamente, los últimos grandes talentos que han salido del Ramiro, ahora reunidos en Málaga: Darío Brizuela, Jaime Fernández y Carlos Suárez. Y, aunque no fue una esplendorosa demostración del uso de chavales, depositó varios minutos de confianza en Adams Sola (además de usar durante varios minutos a Khadim Sow, de 20 años, producto de la cantera madridista).
Javi Zamora ha conseguido en un solo partido, devolver la garra al Estudiantes, enchufar a sus jugadores (a los que no cesa de enseñar cada vez que se acercan a la banda), enganchar a los aficionados a la causa y, lo que es más importante, acabar con la dinámica perdedora. Ni siquiera el tercer cuarto, que en otro momento habría acabado anímicamente con el Estu, pudo evitar la victoria.
Los colegiales, que sólo habían ganado uno de sus últimos 12 partidos, recuperan la esperanza y abandonan el farolillo rojo en el estreno de su nuevo entrenador. Porque, quizás, la solución estaba en casa.
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