Alex Madrid / amadrid@eurohoops.net
Dicen que la Copa del Rey es el torneo de las sorpresas. Sin embargo, ya no extraña que los grandes que llegan con dudas a la cita copera disipen cualquier duda tras el salto inicial de los cuartos de final. El Real Madrid prácticamente no dio opción al Valencia Basket y se metió en las semifinales con una convincente victoria (85-74).
Más allá de los puntos desde la personal (Klemen Prepelic hizo un 1 de 9 en tiros, pero 10 de 11 desde la personal) o del arreón de Sam Van Rossom (16 puntos) -que ayudó a propiciar un parcial de 15-0 en el tercer cuarto, con la máxima blanca-, los taronjas estuvieron remolque. Y todo, a pesar de haber encadenado 12 victorias consecutivas en la Liga Endesa hasta la ocasión. Esos buenos minutos ayudaron a darle emoción al partido, pero el resto de la eliminatoria fueron prácticamente una sombra.
El rendimiento del Madrid estaba dependiendo en exceso de Edy Tavares, pero también es cierto que otros jugadores estaban empezando a llamar a la puerta. Trey Thompkins (23 puntos), asumiendo galones en ataque y defensa, aportó serenidad con sus puntos cuando su equipo la necesitó. Jaycee Carroll (10 puntos), viviendo su enésima juventud, comenzó martilleando con puntos para comenzar a abrir ventaja. En esos primeros compases tuvo la ayuda de Carlos Alocén (5 asistencias en el primer cuarto), quien continúa aprovechando sus minutos y se está convirtiendo en el ‚playmaker‘ que su equipo necesita.
Sin embargo, a quien hay que poner en el punto de mira es a Gaby Deck. Tras un inicio de temporada apagado, en el que se habló más de su renovación que de su juego, ha entrado en ritmo. Tres días después de su 26 cumpleaños, realizó su mejor partido ofensivo con la camiseta blanca al firmar 23 puntos con un 10 de 11 en tiros de dos.
Mostró un repertorio de juego en uno contra uno. De espaldas al aro o en transición, castigando en carrera. De hecho, habría que replantearse si el mote de Tortuga es el que mejor define al animalito. Sea como fuere, el argentino brilló, se abrió paso entre los rivales y lideró al Madrid a semifinales en el partido en el que Pablo Laso se convertía en el técnico con más partidos dirigidos en la historia del club.
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