Por Gerard Solé / info@eurohoops.net
Edy y Vincent. Tavares y Poirier. Dos montañas imposibles de escalar. El Barça no tuvo respuesta para el dominio interior de un Real Madrid (81-66) que volvió a imponerse con claridad en la batalla interior, con hasta 17 rebotes ofensivos. El caboverdiano, pese a sus tempranas tres faltas, fue una constante amenaza defensiva, mientras que Poirier brilló especialmente en la segunda mitad, finalizando como el más valorado del encuentro con 6 puntos, 9 rebotes, 2 tapones y 18 de valoración.
Como no podía ser de otra forma, la tercera batalla repitió el guion, la tensión y el choque físico de la segunda. Sin embargo, los de Chus Mateo encontraban un punto extra de energía en un primer cuarto de gran poderío colectivo, dominando el ritmo de juego desde el control del rebote defensivo y ofensivo. Con ocho jugadores aportando en anotación, los blancos cerraban el primer cuarto con ventaja (21-16) ante un Barça atascado en ataque tras la salida de un clarividente Nick Calathes.
Con el heleno de vuelta a la pista, el Barça recuperó el orden y la tranquilidad. Y aunque el marcador nunca fue un serio problema, con ventajas muy cortas para el Real Madrid, sí lo eran las sensaciones, mucho más positivas en el bando local. Sin embargo, el talento individual de Kyle Kuric (8 puntos casi consecutivos) mantenía a los de Jasikevicius dentro del partido. A cada arreón blanco (buenos minutos de Gaby Deck y Yabusele), respuesta visitante (con Laprovittola y Mirotic al frente)… hasta los últimos dos minutos. Con un pequeño parcial entre Causeur y Rudy, los de Mateo se iban al descanso con siete de ventaja (46-39).
Un buen momento que ampliaba Deck con cinco puntos seguidos. El Barça no podía contener a Tavares y el Real Madrid castigaba cada espacio con gran severidad. Pero el caboverdiano cometió su tercera falta a los tres minutos de empezar la segunda mitad y los de Jasikevicius se apoyaban, de nuevo, en la muñeca de Kuric para sobrevivir. Sin embargo, ni los 15 puntos del escolta paliaban el gran problema blaugrana: la pintura. Se fue Tavares, pero no desapareció el dominio blanco bajo los tableros. Y un majestuoso Vincent Poirier ampliaba la renta hasta el +13 a falta de diez minutos (66-53) en el que sería el principio del fin.
Y es que la segunda mitad no tuvo más color que el blanco. Superado continuamente en cada choque cerca del aro, el Barça se empequeñecía ante el tamaño y físico de Poirier y Yabusele (rozó el doble-doble con 9 puntos y 9 rebotes) mientras el WiZink Center se levantaba tras cada tiro liberado que besaba la red. Más energía, más actividad, más lucha, más corazón. El domingo, la cuarta batalla. Los de Mateo, a un triunfo de un título muy ansiado por la parroquia blanca. Los de Saras, en busca de su enésimo cambio radical… y veremos si con Exum (apenas diez minutos y 4 faltas) o con el regreso de Nigel Hayes.