Por Alex Molina / info@eurohoops.net
BADALONA – La Copa del Rey Badalona 2023 ha llegado a su fin. Como siempre, un torneo mágico que en un fin de semana de cuatro días reúne lo que hace este deporte tan especial: baloncesto de máximo nivel, aficiones entregadas con sus equipos y con ganas de pasarlo bien y desenlaces trepidantes.
Alegría total en Málaga
Por si un título de Copa del Rey dieciocho años después fuera poco, Málaga ha visto hoy como el premio durante el fin de semana era doble. La capital andaluza ha sido anunciada oficialmente sede de la edición de la temporada 2023-24. El anfitrión defenderá la corona y no hay equipo que lo mereciera más que ellos. Aunque es pronto para asegurarlo categóricamente, parece que el equipo de la Costa del Sol vuelve a parecerse a aquello que era hace no tantos años atrás: un equipo a tener en cuenta en todos los títulos.
Se acabó la hegemonía blanca y azulgrana
No me gustaría escribir hasta dónde están mucha gente de Barça y Real Madrid, pero ya se pueden hacer una idea de por dónde van los tiros. Por primera vez desde la temporada 2008-09, ni blancos ni azulgranas se hicieron con el título, pero es que también fue esa la última vez que ninguno de los dos se metieron en la final.
Badalona 2023 fue historia de la Copa del Rey. Que la Liga Endesa es la mejor liga de Europa está fuera de discusión y tal y como dijo Chus Mateo, que ninguno de los cuatro equipos Euroliga (ni Eurocup) haya llegado a la final no puede extrañar a nadie.
Las comparaciones son odiosas
El principal rival de Badalona y su Copa ha sido que la anterior edición del título más esperado del baloncesto Español fue uno de los mejores que se recuerdan. Periodistas y aficionados coincidían en que lo de Granada fue algo único y especial. Puede que el hecho de que fuera la primera edición sin restricciones por coronavirus lo hiciera más bonito todo, pero es indudable que Granada 2022 dejó un recuerdo en todos que no logró Badalona 2023.
Quizás la clave fue que en Granada se creó la sensación de pertenecer a una comunidad. La fan zone granadina estaba mucho más repartida, teniendo que recorrer las preciosas calles de la capital andaluza (con sus pertinentes cambios de rotulación en clave baloncestística) para visitar las zonas de ocio. A pesar de esta división, siempre te encontrabas con miembros de todas las aficiones en todos sitios, transitando sin parar calles y avenidas. Además, el Palacio de Deportes granadino era de menor capacidad que el Olímpic, renunciando a unos miles de espectadores para crear una auténtica caldera que en Badalona no se formó, ni dentro ni fuera de la pista, sin menospreciar la experiencia vivida en la ciudad catalana.
Demasiados asientos libres
La polémica en la Copa del Rey empezó antes de que comenzara el primer partido de los cuartos de final. La entrada más barata para ver la gran final costaba 96€, la más cara 184€. Precios prohibitivos para el partido definitivo pero que también se vivieron en los abonos completos para la Copa: de 150€ no bajaba la cosa, con el impedimento añadido que las más baratas se terminaron muy -demasiado- rápido. La ACB se tiene que replantear si realmente vale la pena devaluar el producto a costa de ganar algunos miles de euros más subiendo el precio de las entradas generales.
La fan zone, epicentro como siempre de la diversión y espectáculos ligados a la Copa del Rey, estaba repleta de gente que solamente estaba ahí para disfrutar del ambiente, sin intención alguna de entrar al pabellón. Al final, el ambiente en el Olímpic fue más que bueno, sobre todo en los partidos en los que la Penya estaba involucrado, pero la imagen general del pabellón dejaba mucho que desear.