Por Alex Molina / info@eurohoops.net
El Real Madrid se ha convertido en el primer finalista de la Supercopa tras superar al Barça por un claro 80-90. Victoria incontestable del conjunto blanco que, a pesar de comenzar perdiendo el partido, han dominado a placer para demostrar que en este punto del año son un equipo mucho más sólido que el azulgrana.
No llegaba el Barça al primer título estatal de la temporada en la mejor de las formas. La Lliga Catalana arrojó muchas dudas sobre el equipo de Grimau, pero una vez más se demostró que los equipos campeones responden cuando tienen que responder. Con un juego muy serio tanto en ataque como en defensa, los azulgranas comenzaron mandando y ganando el primer parcial 25-22. En los primeros diez minutos pudimos vivir el inicio de la exhibición anotadora de Nico Lapro (27 puntos y 4 asistencias), referencia absoluta del Barça en ataque y que se vio obligado a multiplicarse por la lesión de Darío Brizuela, que tuvo que irse a los vestuarios tras un codazo de Tavares y cuando volvió a pista ya lo hizo vestido de calle.
Y todo pese el malísimo inicio partido de Willy Hernangómez, al que se le vio entre nervioso, dubitativo y obsesionado en demostrar su calidad. Pero la entrada de la segunda unidad benefició muchísimo al Real Madrid. A pesar que los puntos iban a cargo de Tavares (13 puntos, 11 rebotes y 28 de valoración), Deck (14 puntos y 4 rebotes) y Campazzo (17 puntos y 5 asistencias), fue Rudy el que le cambió la cara al equipo de Chus Mateo con un chute de energía e intensidad que le sirvió a los blancos para irse mandando al descanso (40-42).
El dominio blanco no hizo más que aumentar tras el descanso. Vesely no estaba bien, castigado por unas finísimas faltas en ataque, pero es que Willy estaba fatal en ataque pero aún más en defensa. El llamado a ser uno de los pilares en la zona culé hacía aguas por todos lados: incapaz de contener a Tavares, sin reacción para las diabluras de Campazzo. El base argentino fue con Musa, brillante segunda mitad del bosnio con 22 de sus 24 puntos tras el descanso, el gran referente blanco en el tercer cuarto, que se cerró con un claro 59-67 para el Real Madrid.
Los aires soplaban a favor de los de la capital española y se transformaron en huracán en el último cuarto. Puede que por eso de que se conocen a la perfección y el Barça aún tiene que encajar piezas, pero daba la sensación que había un mundo entre ambos equipos. Musa siguió neutralizando los intentos de reacción azulgrana comandados por Laprovittola hasta un 66-83 a falta de cuatro minutos que sentenció el partido. No era tanto el marcador, remontable milagro mediante, sino por las sensaciones, lo más importante a este punto de la temporada.