Por Alex Molina / info@eurohoops.net
El Morabanc Andorra ha derrotado al Baskonia por un claro 85-68. Victoria de los del principiado que no han tenido problemas en deshacerse de un rival que ha llegado a los Pirineos en horas bajas.
Que al Baskonia lo ha mirado un tuerto está fuera de toda discusión. Las lesiones han llegado todas al mismo tiempo y han forzado a que el equipo vaya a los partidos cortísimo de efectivos. Si Joan Peñarroya ya solamente pudo contar con ocho jugadores en su visita al OAKA, la visita a la que fue su casa también ha sido con ese número, aunque hoy la cosa ha ido incluso peor. Ante el Panathinaikos cayó lesionado Mannion, pero es que hoy le ha tocado a Markus Howard, que tras solamente cuatro minutos de partido se ha tenido que marchar al vestuario tras un golpe en la espalda.
Tras la lesión del anotador entró Chima Moneke, que no jugó en Grecia pero a pesar de su vuelta a las pistas, la rotación azulgrana quedó en tan solo siete jugadores, ya que a pesar de que momentáneamente Howard volvió a pista en el segundo cuarto, no entró en la segunda mitad.
Psicológicamente, el equipo vitoriano estaba completamente fuera. Las derrotas recientes se notaba que habían hecho mella y si a esa falta de confianza en el juego se le suma la imposibilidad de ir a todas tanto en ataque como en defensa por miedo a ser expulsado, el resultado solamente puede ser un equipo que parece medio equipo. Tyson Pérez (10 puntos y 10 rebotes), Starks (15 puntos) y Montero olieron la sangre y empezaron a sumar para mandar el partido al descanso con un claro 38-24.
Tras el descanso se unió a la fiesta andorrana Stan Okoye (14 puntos y 5 rebotes), cuya aportación exterior fue clave para que la distancia se estirara hasta el 60-42. Con la cercanía a las dos decenas de ventaja, el partido quedó totalmente sentenciado a pesar del gran partido de Sedekerskis (13 puntos y 14 rebotes) convirtiendo los últimos minutos de partido en un suplicio para el Baskonia, que como casi siempre en los últimos partidos, miraba el marcador para saber cuánto quedaba para que se acabara el castigo.