Por Alex Molina / info@eurohoops.net
El Barça sigue metido de lleno en la lucha por meterse en la Copa del Rey. Por muy fuerte que parezca, los azulgranas todavía no han certificado su presencia en el torneo de los ocho mejores de la primera vuelta, pero hoy ha hecho un paso importante para seguir soñando con ello: victoria por 74-77 ante el Dreamland Gran Canaria.
Como ya hizo en Mónaco, Joan Peñarroya optó por jugar sus mejores cartas, sin rotaciones ni experimentos. Con la vuelta de Jan Vesely (aunque probablemente habría sido igual de no contar con el checo), Willy Hernangómez volvió a quedarse en el banquillo durante todo el partido, una opción que le dio más protagonismo a Metu (18 puntos y 3 rebotes) y que el norteamericano aprovechó. El interior azulgrana fue el principal culpable de las primeras ventajas visitantes, que como ya viene siendo costumbre, iba por delante en el marcador pero sin ningún tipo de control ni seguridad sobre el partido.
Ni el 32-39 con el que comenzó la segunda mitad era suficiente para el Barça, al que le costó muchísimo parar a los referentes ofensivos amarillos (lo de Homesley, que terminó con -4 de valoración, casi que fue más demérito suyo que cosa del Barça). Tobey (15 puntos y 5 rebotes) era un quebradero de cabeza, Brussino (14 puntos y 6 rebotes) no fallaba una y el combo Alocén-Thomasson (21 puntos entre ambos) aprovechaba sus oportunidades por lo que del +12 visitante (36-48) se pasó inevitablemente a un 67-65 para los locales, ya en el último cuarto. Pero si el Barça algo tiene es un equipo plagado de estrellas. Kevin Punter (22 puntos) entró en acción y su acierto fue de lo poco positivo del último tramo de partido azulgrana, que volvió a ser víctima del pánico a perder. Precisamente, el norteamericano fue protagonista de los últimos puntos culés y de la acción que lo decidió todo. Andrew Albicy, que antes había anotado un triple imposible para darle más emoción al partido, intentó forzar la acción al máximo, golpeando con su codo la cara del jugador del Barça. Cómo no podía ser de otra forma, los árbitros pitaron falta en ataque, con lo que el partido terminó quedando sentenciado.