Aris Barkas / barkas@eurohoops.net
Cuando se anunció la reunión de la Junta Ejecutiva de accionistas de la Euroliga, celebrada este 26 de abril, parecía que todo podía saltar por los aires. Al fin y al cabo, se debía a la iniciativa de siete de los clubes más fuertes de Europa reunidos anteriormente en Atenas. Pero nada más lejos de la realidad.
La Euroliga nació a raíz de un enfrentamiento con la FIBA en 2000 y, a veces, es necesario para poder progresar. Pero resultó que los problemas planteados el lunes eran mucho más sobre el gobierno y no directamente sobre un cambio en la dirección general de la liga. Y, lo que resulta aún más extraño, es que tampoco se habló de ningún tema económico.
Muchos ojos neutrales también vincularon la reunión con el reciente fiasco de la Superliga Europea. Algo descabellado, considerando las diferencias entre el fútbol y el baloncesto tanto en el interés de la base de aficionados como en los ingresos, bastante modestos en Europa en comparación con el gigante de la UEFA Champions League. Además, el equivalente de Superliga ya existe en el ecosistema baloncestístico y se llama NBA.
Entonces, ¿de qué se habló? Varios clubes siguen sufriendo el impacto de la COVID, la afición sigue ausente en las gradas y los contratos de los jugadores, especialmente los firmados antes de la pandemia, no están alineados con las condiciones económicas actuales. Con la excepción, eso sí, de la rebaja del 20% por la cancelación de la temporada 2019-20, negociado entre Euroliga y ELPA.
Maccabi Tel Aviv, Zalgiris Kaunas y Panathinaikos son los clubes que más se han visto afectados por la ausencia de aficionados. Su presencia en la iniciativa de Atenas es fácil de entender. Que el Olympiacos también estuviera tiene sentido, ya que el equipo griego ha seguido una política económica moderada durante la última década, por lo que la verdadera sorpresa fue tener a tres de los grandes presupuestos, Milán, CSKA y Efes, presentes en el encuentro.
Por supuesto, todo el mundo quiere ahorrar, pero no haber invitado a Real Madrid, Barcelona, Baskonia y Fenerbahce -contrariamente a lo que dijeron algunas fuentes, que insistían en que todos los clubes estaban invitados- a pesar de los evidentes problemas económicos, hizo que mucha gente pensara que la reunión tenía más que ver con el futuro de la liga. Tal vez era una señal de un cambio en los altos mandos de la Euroliga, con la flecha señalando a Jordi Bertomeu.
Hay una larga lista de quejas de clubes acerca de que la Euroliga no genera los ingresos que se esperaban y es cierto que la mayoría de los clubes gastan mucho más de lo que ganan.
Por otro lado, a pesar de la pandemia, los clubes ya han recibido todos los ingresos que se acordaron conjunta entre Euroliga e IMG. Los únicos ingresos perdidos fueron los premios deportivos correspondientes a los partidos que no se disputaron tras la cancelación de la temporada 2019-20.
Según fuentes de Eurohoops, la empresa (Euroliga e IMG) perdió más del 30% de ingresos tras la cancelación de la temporada, pero el impacto en los clubes fue solo del 14%. Y durante la temporada 2020-21 los clubes están recibiendo el 100% de las cantidades garantizadas en 2016.
Aún así, no se plantearon realmente cuestiones económicas en la reunión, al menos no en el tono que se esperaba después de la reunión de Atenas. Y nadie expresó ningún deseo de un cambio de liderazgo, ni siquiera el Panathinaikos, a pesar de la disputa personal entre Dimitris Giannakopoulos y Jordi Bertomeu.
Todas las partes presentes en la reunión estuvieron prácticamente de acuerdo en que deben participar más en el proceso de toma de decisiones con la esperanza de mejorar la situación. También coincidieron en que continuar unidos y fuertes es crucial a pesar de las diferentes situaciones individuales a corto plazo. Hasta el momento todos los clubes estuvieron presentes en todas las reuniones, sin excepciones, y todas las decisiones se tomaron en estas reuniones que incluyeron a todos los clubes. Después de todo, los clubes son los dueños de la Euroliga.
En un futuro cercano veremos una presencia más activa de los clubes en la dirección, en las juntas y comités. Y esa es una espada de doble filo. Por un lado, los clubes estarán más directamente involucrados en todos los movimientos que se realicen en la competición y, por otro, si no consiguen los resultados deseados, no podrán culpar a nadie más que a ellos mismos.
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