Por Aris Barkas / barkas@eurohoops.net
La temporada 2022-23 de la Euroliga será especial se mire por donde se mire. Dejan Bodiroga es su nuevo presidente, también hay nuevo CEO, Marshall Glickman, crece el interés de árabes y australianos por la competición y parece que existe un equilibrio mayor entre todos los equipos.
No hay ningún club que pueda considerarse “posible equipo de Euroliga” y que esté fuera de la competición esta temporada. Por otro lado, a menos que los clubes rusos vuelvan de alguna manera, ya no quedan equipos de este nivel en toda Europa. Incluso los clubes que son aspirantes a la EuroCup parecen un peldaño por debajo del nivel de la Euroliga, como suele ocurrir con un par de equipos de la EuroCup. Y todos los equipos que no han asegurado su plaza en la competición para la próxima temporada -Mónaco, Virtus Bolonia, Estrella Roja, Partizan y Valencia Basket- son más que merecedores de participar en la Euroliga.
Así que, mientras el foco de atención se centra ahora en el posible dinero de los árabes, o en el experimento de los clubes de París y Londres en la EuroCup, que en ambos casos tienen un largo camino por recorrer, los grandes problemas que la Euroliga tiene que resolver en primer lugar son dos.
Por un lado, el continuo conflicto con la FIBA que, a pesar de los contactos entre ambas partes, no parece estar cerca de una posible resolución. Y a nivel empresarial, puede que ni siquiera sea la prioridad de la Euroliga.
La otra es la expansión, que obviamente ha sido retrasada por la COVID. La necesidad de una expansión es evidente y, en un futuro próximo, la Euroliga podría necesitar más de 20 equipos para mantener a todos los clubes de primera línea bajo el mismo paraguas.
Pero eso será algo en lo que pensar más adelante. De momento, nos esperan nueve emocionantes meses del mejor baloncesto continental.
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