Por Alex Molina / info@eurohoops.net
Dos de dos en Euroliga. El Barça ha sumado el segundo triunfo en la competición europea después de derrotar al Olympiacos por 68-77. Importantísimo triunfo de los de Grimau que escapan del infierno rojiblanco con un triunfo que ha costado sangre sudor y lágrimas.
El Barça salió al partido con el ‘modo Efes’ activado. Los azulgranas cuajaron un gran partido en el estreno europeo y a pesar de los 12.000 incondicionales en el Pabellón de la Paz y la Amistad, el inicio de encuentro fue totalmente azulgrana. Laprovittola (17 puntos y 7 asistencias) comenzó a erigirse como líder ofensivo y los triples de Abrines ayudaban a la causa, aunque la clave fue otra. Los de Grimau dieron un auténtico clínic en defensa para disparar la ventaja hasta los 15 puntos con el 20-35 ya en el segundo cuarto. Pero el Olympiacos despertó, como era de esperar. Después de llevarse el segundo cuarto por 18-17, con el inicio del tercero le dieron la vuelta al partido. Un 10-2 de parcial sazonado con un arbitraje más que cuestionable (con la antideportiva incomprensiblemente no pitada a Canaan como guinda) reinició el encuentro, condenándolo a un final apretado: lo que dictaba la lógica.
Por mucho que lo intentara Jokubaitis (10 puntos y 4 asistencias), el partido estaba donde quería el Olympiacos. Tal y como empezó el partido, los de Bartzokas sabían que debían embarrarlo si querían tener alguna opción y costó tiempo, pero la trinchera llegó. Ya no había fluidez en ataque y la proyección anotadora bajó drásticamente, unas aguas lodosas en los que los del Pireo se mueven como nadie. Si el parcial del tercer cuarto sirvió para volver a empezar, el 12-3 de salida ya en el último prácticamente sentenció el encuentro. Milutinov (10 puntos y 4 rebotes), Papanikolaou (7 puntos y 4 rebotes) y Walkup (14 puntos), tres guerreros como pocos, empezaron a brillar para poner el 66-59, todo un mundo tal y como marchaba el partido.
Pero amigos, si alguien sabe de esto de ir a la guerra es Jan Vesely (8 puntos, 4 rebotes, 3 asistencias y 4 robos). El checo dio un auténtico recital, uno más, de cómo se gana un partido que se pone más que peliagudo. Tapones, manos en defensa, intangibles en el rebote y aportando en ataque. Con la colaboración de Abrines (16 puntos) y sus dos triples vitales, juntos pusieron el 66-72 que silenció a los griegos, sentenciando así el triunfo culé.