Por Alex Molina / info@eurohoops.net
El Barça ha activado el modo apisonadora para aplastar sin compasión al Panathinaikos por 80-72. Resultado engañoso en un partido sin ningún tipo de emoción que los azulgranas han dominado de cabo a rabo con una gran actuación coral… aunque con dos protagonistas principales.
Además de los múltiples reencuentros vividos esta tarde -los hermanos Hernangómez se volvían a ver las caras y también lo hacía Ataman con su querido Palau Blaugrana-, el partido empezó marcado por los que no estaban en él. Kostas Sloukas y Luca Vildoza faltaban en los griegos, mientras que Nicolás Laprovittola y Rokas Jokubaitis, este a última hora, dejaban huérfana la posición de base en el Barça. Y precisamente uno de los encargados de hacer olvidar las ausencias azulgranas en la posición de uno fue el gran protagonista de la primera mitad. Salió de suplente, con Satoransky está complicado el asunto de ser titular, pero Oriol Paulí (12 puntos y 4 rebotes) se convirtió en protagonista nada más pisar la pista. Rebotes, defensa, intensidad, puntos y entrega. El gerundense lo dio todo e hizo de todo para ganarse la gran ovación del Palau, que siempre recompensa a aquellos que acostumbran a jugar pocos y aprovechan las oportunidades.
Al alero catalán se le unió Jabari Parker a finales del segundo cuarto para que el Barça pasara de mandar a dominar. El norteamericano, cada vez más suelto y atrevido, se benefició de la falta de rigidez en ataque que los bases acostumbran a traer con ellos: con libertad para correr y atacar, pocos mejores que él.
El paso por vestuarios no cambió mucho el panorama. Los de Roger Grimau no hacían más que aumentar la ventaja y silenciaban con su gran juego a los siempre ruidosos aficionados del Panathinaikos, que llenaron la grada visitante. Por mucho que Lessort (9 puntos y 4 rebotes) tirara de garra y Jerian Grant (15 puntos) de calidad individual, el papelón de los griegos empezaba a ser sonrojante con el pasar de los minutos. El 71-47 al iniciarse el último cuarto dejaba más que claro que no habría sorpresa y que el Barça tenia la victoria sellada. Ambos equipos acordaron sacar a las segundas -y terceras- unidades y a Ataman no le hizo ni falta montar uno de sus habituales shows, más bien todo lo contrario. El siempre expresivo y caliente entrenador turco se dio cuenta que no había forma de hacer revivir a sus jugadores, por lo que vio en silencio y sentado en su silla como la ventaja se quedaba en tan solo ocho puntos.