Por Javier Molero/ info@eurohoops.net
Nueva derrota del Real Madrid en casa (83-92). Tercera consecutiva para los de Chus Mateo, que no pudieron con un estelar Zalgiris, liderado por Lonnie Walker (21 puntos) y Sylvain Francisco (17). Los blancos no pudieron contener el talento de los exteriores, y sucumbieron en un partido flojo.
Todo ello, con cuatro técnicas y la expulsión del propio Chus Mateo de por medio, algo que encendió al WiZink Center y, por momentos, a un Real Madrid que parecía haber reaccionado al principio del tercer cuarto. Pero fue un espejismo, otra cantidad de minutos dominados por los de Kaunas, que fueron superiores en cada posesión.
El inicio fue bronco, con parones, faltas continuadas y Zalgiris buscando a Sylvain Francisco y Lonnie Walker para crear desde fuera. Ulanovas obligaba a salir constantemente a Ndiaye, pero el Madrid comenzaba centrado en defensa y cerrando el aro para evitar males mayores de otros partidos. Campazzo pasaba fácil por la zona, pero no estuvo del todo acertado. El exNBA de Zalgiris no tenía miedo y quería el peso anotador… y llegaba a la decena de puntos en los primeros minutos.
Deck y Abalde ofrecían soluciones exteriores moviéndose bien sin balón (13-11), pero todo pasaba por Tavares. El faro e imposible de contener para Birutis. Brady Manek calentaba la muñeca en los lituanos, demostrando esa buena mano que ya veíamos en North Carolina y que tan bien ha encajado en el baloncesto europeo. Zalgiris aprovechó su infinito acierto exterior para complicar las cosas a los de Chus Mateo y cerrar el primer cuarto 19-24.
Los ataques del Madrid dependían de la dupla Hezonja-Ibaka, con Musa como tercera cara del tridente, pero no terminaba de fluir. Walker era incontenible y se encargaba de poner tierra de por medio (26-35) con una exhibición para el recuerdo, anotando de todas las maneras posibles y sacando los gritos de los aficionados lituanos que se desplazaron a la capital de España. Francisco y Smailagic se sumaban a la fiesta del triple y hundían anímicamente a un Real Madrid que no estaba en la pista (26-43). Chus Mateo puso de urgencia a Ndiaye con Walker, para tratar de frenar a uno de los mejores anotadores, si no el mejor, de toda Europa, que ya firmaba 21 puntos en la primera mitad.
Incluso con él en el banquillo, los de Kaunas jugaban como la seda, y demostraban por qué son uno de los equipos más en forma de la Euroliga. Fluyendo en el WiZink con un sorprendente 10/15 desde el triple, se fueron cómodamente 38-54 a vestuarios, generando pitos en el Palacio y con el público enfadado con el arbitraje por las técnicas a los blancos.
Un quiero y no puedo
El Madrid salió con otro ánimo de vestuarios, y un parcial de 6-0 animaba al público y ofrecía luz al final de un túnel sin salida, pero los árbitros volvieron a ser protagonistas y Chus Mateo terminó expulsado. Pero esto motivó más a los subcampeones de Europa (46-55), que iban con el cuchillo entre los dientes en cada jugada. Pero Francisco se encargó de poner calma en el caos de Zalgiris y coger el relevo de un Walker anulado completamente por Abalde en la segunda mitad.
Las técnicas no paraban de caer para los blancos, y el WiZink apretaba cada minuto. Musa y Tavares hicieron todo lo posible por seguir sumando en la remontada (55-64), pero los de Kaunas bajaron las pulsaciones al subcampeón de Europa y mandaban 60-72 al final del tercero. La garra y el esfuerzo colectivo parecían no dar los frutos esperados.
Brazdeikis tiró de talento para endosar un 0-6 que evaporaba cualquier intento de dar la vuelta al marcador. Volvieron los problemas defensivos y el atasco continúo en un ataque que supo contener Zalgiris en todo momento. Tavares comenzó a aparecer, y los de Trinchieri se miraban unos a otros en aro propio (69-80).
El WiZink apretaba a falta de cinco minutos, pero Zalgiris no iba a empañar un colosal partido en los instantes finales. Actores secundarios como Smailagic y Sirvydis daban la puntilla a un Madrid que no dejaba de hacer aguas para llevarse la victoria en la capital de España (83-92).
Tercera derrota consecutiva y un preocupante 6-9 de récord en la Euroliga. Situación crítica para un Real Madrid que escuchaba los pitos de sus aficionados y necesita un cambio de cara para dar la vuelta a la situación.