Por Antonis Stroggylakis/ info@eurohoops.net
Luka Doncic genera canastas, mientras que Erick Green ha mejorado su juego. El Panathinaikos tiene unos obvios problemas en su línea frontal, el Khimki Moscú está inmune a las situaciones complicadas y un nuevo líder ha surgido en Tel Aviv.
Luka Doncic podría ganar el premio al máximo anotador de la Euroliga, si se concentrara en ello
No es una noticia que Luka Doncic sea la atracción principal de la Euroliga 2017-18 (llamó la atención del público en 2016-2017), pero el majestuoso desempeño de 27 puntos (marca personal de carrera) en la victoria a domicilio del Real Madrid sobre el Anadolu Efes fue espléndidamente aterrador.
El jugador de 18 años acumuló este número al anotar con una eficacia tan autorizada que le hace pensar que podría fácilmente ganar el premio “Alphonso Ford” al máximo anotador de la temporada, si se centrara en ello diciendo “¡Qué narices! ¿Por qué no intentarlo?”. Por otra parte, Doncic no ha demostrado que le importa un bledo lo de llenar sus estadísticas. Se trata de la oferta y la demanda en el estado actual del Real Madrid dada la lesión de Sergio Llull, por lo que el niño prodigio simplemente hace lo que siente que debe hacer para que la baja de su compañero pase desapercibida.
Doncic anotó sus 27 puntos en 14 intentos (6/8 de dos, 3/6 de tres, 6/9 desde la línea de tiros libres) y solo una de sus canastas fue asistida. Salvo un corte hacia la canasta y un mate tras haber sido alimentado por Anthony Randolph, el base-alero creó para sí mismo todos sus tiros, ya sean del exterior, en suspensión o morcillas. Se abría paso hacia la canasta, intimidando a sus rivales con su juego en el poste, aprovechaba de sus pies rápidos para superar a sus rivales tras cambios en defensa (leyendo instantáneamente los desajustes) y mostrando que podía anotar prácticamente de cualquier manera posible, cuanto quisiera y, lo que es más importante, lo necesario como para ganar un partido.
El Panathinaikos tiene un obvio problema en su juego interior
Los primeros malos augurios aparecieron en el derbi del SEF ante el Olympiacos, donde los ataques de “golpear y correr” de Jamel McLean casi resultaron ser fatales. El Panathinaikos ganó aquel partido y así la tierra fue echada sobre el asunto. Pero en el Palau, una línea frontal vulnerable y mansa de los verdes fue puesta en evidencia aún más hasta un grado indecente. Lo suficiente para que Kevin Seraphin empatara su máxima anotación de carrera y estableciera un nuevo récord de anotación en la Euroliga, Adrien Moerman consiguiera un doble-doble (16 puntos, 11 rebotes) casi sin encontrar resistencia, con el Barça obligando a los griegos a su segunda peor derrota en la era moderna del torneo.
Los principales culpables eran los hombres altos del equipo verdiblanco. El especialista defensivo James Gist estaba muy lejos de sus actuaciones habituales, mientras que Chris Singleton, posiblemente el mejor jugador de Panathinaikos en la campaña 2016-2017 y definitivamente el peor en el juego del viernes, ya hizo una autocrítica a través de sus redes sociales.
Pero ya hay algunos signos de interrogación sobre cómo los nuevos muchachos pueden levantar el peso, incluso como suplentes. Ian Vougioukas es un jugador con habilidades notables en el puesto bajo, pero sin la velocidad para mantenerse al día con pívots ágiles y compactos, mientras que Zach Auguste es atlético y muy rápido en jugadas de media cancha, pero, obviamente, necesita tiempo adaptándose a un nivel completamente diferente y agregar percepción del juego a su fisicalidad.
Erick Green MK II está aquí
Una de las principales razones por las que el Olympiacos no optó por continuar con el base estadounidense Erick Green fue que su juego ofensivo se consideraba demasiado “unidimensional”. Aunque Green trataba de trabajar para ser más versátil, su juego basado, en gran medida, a tiros en suspensión a menudo parecía poco profundo, carente de visión creativa y, por lo tanto, predecible.
A juzgar por su debut en la Euroliga con el Valencia Basket, es posible que ya tengamos una versión actualizada de Erick Green.
Aunque sigue siendo principalmente un base anotador, sus deberes en el diseño estratégico del campeón de la FIBA Champions, Txus Vidorreta, también lo convierten en un facilitador. Green responde, ejecutando el pick n ‘roll (la segunda canasta que metió el Valencia fue una conexión perfecta tras bloqueo y continuación con Green pasando y el conocedor Tibor Pleiss ejecutando) y, a veces, previendo el desarrollo de un ataque e intentando poner una jugada incluso con una nueva mentalidad en la que el pase va primero.
Bueno, al mirar la ficha técnica alguien podría decirme “¿De qué estás hablando, hombre? Solo repartió dos asistencias”. Pero no se trata de números. Mientras yo twiteaba durante el partido, en tan solo diez minutos, en comparación con el total de la temporada pasada, Green buscaba las asistencias y creaba oportunidades tanto para que sus compañeros consiguieran puntos como para que anotara el mismo. Los planes del equipo obviamente giran alrededor de él más que en el Oly, lo que juega un papel importante en el asumiendo su nuevo papel cuanto antes.
A pesar de su talento ofensivo, el Khimki Moscú puede ganar partidos exclusivamente gracias a su defensa
El Khimki sufrió mucho para ganar al Valencia Basket, pero al final consiguió una victoria trabaja no porque Alexey Shved se salió, tampoco porque James Anderson recordó que era un verdadero dolor de cabeza para los que lo marcaban cuando jugaba con la camiseta del Zalgiris. Fue una defensa revestida de acero que permitió meramente 16 puntos en los últimos 16 minutos gracias a la cual el equipo ruso celebró su regreso a la Euroliga con una victoria.
El Lokomotiv Kuban de Yorgos Bartzokas era un conjunto extremadamente equilibrado, un equipo que combinaba potencia de fuego con una sofocante defensa, y tal vez veamos lo mismo en el Khimki. Hasta que alcance completamente un nivel suficiente de química en ataque (y eso llevará su tiempo como explicó Bartzokas), una combinación de afán defensivo, fisicalidad y disciplina mantendrá todo a salvo. Si los lanzamientos no son acertados, hay una línea de “guardianes” (con Charles Jenkins como capo de la pandilla) para ocuparse de las cosas.
Incluso cuando nada funcione en el otro extremo de la cancha, el Khimki podrá erigir barreras que repelan cualquier ataque que sus rivales puedan organizar y llegar a ganar partidos.
El Maccabi Tel Aviv pudo haber encontrado al que le llevara a la tierra prometida
La hinchada del equipo hebreo ya puede pensar en serio que las dos últimas temporadas desastrosas en la Euroliga en las que el equipo no pudo superar la primera fase son cosas del pasado. La gente en Tel Aviv tiene sueños, con Pierre Jackson vistiéndose de Morpheus.
Hubo un cierto optimismo de que el graduado de Baylor encajara en los sistemas de Neven Spahija (un entrenador con mentalidad ofensiva), pero su debut superó las expectativas. Un desempeño pletórico y un premio MVP al haber llevado a su equipo a una victoria a domicilio sobre el Brose Bamberg. Sería difícil pensar en un estreno más ideal de la campaña 2017-2018 ya que esa victoria también conjuró los recuerdos de dos derrotas bastante dolorosas que el Maccabi sufrió la temporada pasada por los bávaros.
Jackson es visiblemente un jugador completamente diferente al novato que se introdujo a la Euroliga hace algunos años luciendo la camiseta del Fenerbahce, esta vez anotando de manera prolífica, corriendo a una velocidad vertiginosa y tomando decisiones acertadas. Tiene las características de un base capaz de liderar a su equipo en una campaña exitosa.
El equipo macabeo es conocido por integrar magistralmente a los bases estadounidenses en su sistema (Will Bynum, Jeremy Pargo, Tyrese Rice) y convertirles en los mejores de la liga. En su regreso a la máxima competición europea, Pierre Jackson definitivamente parece un tipo capaz de llevar la bandera del equipo hacia lo más alto de podio. No sólo como alguien que simplemente puede proporcionar estadísticas impresionantes, sino también como un líder respetado y admirado por sus compañeros de equipo que también disfrutan de jugar a su lado.