Por Alex Molina / info@eurohoops.net
Alemania ha protagonizado la gran sorpresa del Mundial y se ha cargado a los Estados Unidos (111-113) para meterse en la gran final ante Serbia. A pesar de que el combinado germano era una de las selecciones a tener en cuenta en la cita, una eliminación estadounidense es siempre sorpresa, quedando condenados a luchar por el bronce ante Canadá.
En la segunda semifinal, las defensas brillaron por su ausencia. Alemania y Estados Unidos nos regalaron un duelo a pecho descubierto en el que intercambio de golpes fue constante. ¿Que Theis (21 puntos y 7 rebotes) castigaba en la zona? Mikal Bridges (17 puntos) lo solucionaba en la siguiente acción. ¿Moritz y Franz Wagner (10 y 22 puntos) castigaban desde fuera? Ahí estaban Edwards (23 puntos y 8 rebotes) y Brunson (15 puntos y 7 asistencias) para neutralizarlos. Daba la sensación de que el primero que se pusiera a defender terminaría decantando la balanza, pero pasaban los minutos y seguía el festival ofensivo, por lo que el factor diferencial fue un momento de desconcentración estadounidense.
Tras 20 minutos de igualdad, el partido se rompió en el tercer cuarto. El 24-35 con el que cerraron el tercer asalto los alemanes fue un hándicap muy pesado para los de Kerr, que veían como todos sus golpes eran contrarrestados casi de inmediato. Ya en el último cuarto, el 94-106 parecía ser una renta más que cómoda… pero solamente sirvió para despertar a la bestia. En un abrir y cerrar de ojos, el marcador pasó a ser de 103-106, con una exhibición de talento y físico de Anthony Edwards que encendió el Manila Mall y las alarmas en el banquillo germano.
Los alemanes lograron recomponerse de aquella manera pero no fue hasta que un secundario de lujo apareció para el triple de su vida. Andreas Obst (24 puntos y 6 asistencias) y su último triple de la noche colocaron el 107-111 cuando más apretaba el Team USA. En la siguiente acción, Schröder (17 puntos y 9 asistencias) anotó de dos y el que iba a ser el héroe norteamericano falló cuando menos debía: Edwards perdió un balón con el que los sueños dorados de Estados Unidos se esfumaron.