Aris Barkas / barkas@eurohoops.net
Si solo podemos quedarnos con una historia de Cenicienta entre todos los archivos del baloncesto europeo, el Hereda San Pablo Burgos bien podría adjudicarse este título.
Un club que creó su sección profesional en 2015 y que representa a una ciudad de 200.000 habitantes logró el domingo ganar la Basketball Champions League jugando contra el AEK, un club con una rica historia y un total de cuatro títulos internacionales, ocho trofeos nacionales y cinco copas.
El Burgos, un club que intenta emerger en un panorama europeo muy peculiar del baloncesto, encontró la oportunidad de causar sensación a través de una competición que premió su avance en su liga nacional y le permitió formar parte de un gran escenario.
De los cuatro clubes que han ganado hasta ahora la competición más importante de la FIBA, el Burgos es el equipo BCL por excelencia. Un club prometedor con modestos recursos económicos que necesita una plataforma a nivel continental para demostrar sus habilidades. Y si bien equipos como el AEK, Iberostar Tenerife y Hapoel Jerusalem crearon plantillas admirables y mostraron su gran ambición de hacerse con el torneo, a todos les encanta una historia con final feliz para los equipos pequeños.
Conseguir un campeón como el Hereda San Pablo Burgos es toda una reivindicación del modelo que la BCL ha decidido aplicar. La competición brinda a todos las mismas oportunidades de lograr algo grande, dependiendo de los resultados de sus ligas nacionales, y en el camino obtener algún beneficio de ello.
Para el Burgos, este beneficio se maximizó gracias al premio económico: un millón de euros.
Y para la BCL en sí, el hecho de que lograron terminar la temporada -aunque fuera sin aficioandos en las gradas- no es una hazaña sin importancia. Los casos de COVID parecen ser la norma en el panorama deportivo europeo y todos están tratando de salvar su temporada a través de ellos.
La BCL se convirtió en la primera competición continental que logró completar un torneo sin notificar casos de COVID, prácticamente creando una “burbuja” en Atenas y limitando la interacción de los jugadores con cualquiera que no perteneciera a los equipos.
No hace falta decir que el número limitado de participantes y también el pequeño número de partidos tienen mucho que ver con eso. Sin embargo, con la temporada recién empezada y los aplazamientos de partidos siendo una realidad incluso en las ligas nacionales, la BCL logró terminar la temporada 2019-20 en la cancha, coronando a un campeón. Ahora, se prepara para la temporada 2020-21 con un calendario más flexible.
En tiempos extremos, necesita medidas extremas y no es fácil decidir qué está bien y qué está mal. No existe una solución que se pueda aplicar a todas las competiciones, ya que existen diferentes necesidades y obligaciones. Aún así, no se puede negar que la BCL ha encontrado el camino y se ha establecido una vez más en el ecosistema del baloncesto europeo.
Foto: BCL