Alex Madrid / info@eurohoops.net
“A mí me gustaría que todos siguieran en el Real Madrid, pero entiendo perfectamente a los jugadores”, decía Pablo Laso al ser preguntado por el continuo éxodo de jugadores blancos rumbo a la NBA. Facundo Campazzo ha sido el último jugador en abandonar la capital española para cumplir un sueño, aunque su salida puede sentar un precedente.
Nunca un jugador había pagado tanto por dar el salto a la NBA -6 millones de cláusula-, pero es el precio que el Madrid exige por formar talento, por hacer despegar la carrera de jugadores.
El primero de ellos fue Nikola Mirotic, quien llegó a la cantera madridista en 2008, con 17 años, y dejó el Madrid para irse a los Chicago Bulls tras convertirse en uno de los mejores interiores de Europa. El hispano montenegrino dejó 2,5 millones en las arcas del club, que abonó en varios plazos.
Mirotic se marchó en 2014, dos años antes de que el Madrid sufriera otra gran pérdida: la de Sergio Rodríguez. Puede que se fuera muy pronto a la NBA, pero su regreso a Europa el Chacho relanzó su carrera vistiendo de blanco y, tras convertirse en MVP de la Euroliga, rompió su contrato (al que le restaban dos años) a cambio de 3 millones de euros. Jugando para Pablo Laso alcanzó la madurez que motivó a los Philadelphia 76ers a presentarle un gran contrato por una campaña.
Precisamente, el técnico vitoriano se ha caracterizado por sacar un gran partido de sus bases. Luka Doncic lo tenía todo para triunfar, pero Laso le ofreció el contexto perfecto para explotar sus cualidades. El Madrid perdió muy pronto a uno de los mayores talentos que ha tenido la Euroliga -si no el mayor-, y recibió cerca de 2 millones a cambio.
Junto a los cuatro jugadores ya mencionados, desde la llegada de Laso al banquillo blanco, otros tres se marcharon libres a la NBA tras finalizar sus contratos: Willy Hernangómez, Salah Mejri y Kyle Singler. No hace otra cosa que confirmar que el Real Madrid es uno de los mejores trampolines a la NBA de Europa.
Un cambio necesario
Evitar la fuga de talento a la NBA es prácticamente imposible. Casos como el de Sergio Llull, perseguido durante años por Daryl Morey y los Houston Rockets, son difíciles de encontrar. Es necesario, por tanto, que los clubes europeos unan fuerzas para sacar el mayor rendimiento posible a ese “monstruo” que les priva del talento de grandes proyectos -o estrellas- tras haber realizado una importante inversión en su desarrollo.
Los 725.000 dólares que, como máximo, pueden aportar las franquicias al pago de las cláusulas son una cantidad irrisoria, que difícilmente sirven para suplir el hueco dejado en sus equipos.
No es suficiente para evitar la marcha de jugadores a la NBA, pero el caso del Real Madrid, el club que recibió el pago de una cláusula récord de 6 millones, debería ser la norma, no la excepción en Europa.