Alex Madrid / amadrid@eurohoops.net
El comunicado de la Euroliga en el que ha anunciado las nuevas Licencias de larga y corta duración para su máxima competición ha caído como una bomba en Valencia. Aunque debido a los continuos rumores, acercamientos y posteriores negociaciones se intuía que ASVEL Villeurbanne, Bayern de Múnich y ALBA de Berlín iban a ser los grandes beneficiados, el golpe de realidad ha sido muy duro para los aficionados taronja.
En verano, tras la confirmación de los fichajes de Derrick Williams y Nikola Kalinic, escribía sobre el Valencia Basket y ese anhelo por conseguir una Licencia A en la Euroliga. Se trata de un proyecto estable, económicamente potente e interesante en el apartado deportivo. Todo ello junto a la apuesta de futuro con la construcción del nuevo pabellón, condición básica para optar a la Licencia. Sin embargo, la Euroliga -y socios que la conforman- ha tenido en cuenta otros factores para seleccionar a los beneficiados de esas plazas en la máxima competición continental.
El ALBA sigue el camino que ya recorrieron hace un par de años ASVEL y Bayern, cuando se adjudicaron invitaciones para la Euroliga por dos temporadas. Ahora, tras permanecer pacientes, firman un contrato permanente. El margen de crecimiento de estos clubes es significante, tanto deportiva como económicamente. No debemos pasar por alto que los tres equipos pertenecen a mercados importantes -Francia y Alemania-, donde el interés y las posibilidades de negocio han mostrado un crecimiento significativo en los últimos años. Sin ir más lejos, el seguimiento por televisión de la Euroliga en el país vecino aumentó en un 6.634% la temporada pasada con la inclusión del equipo que preside Tony Parker.
Alemania fue el cuarto país donde se produjo un mayor crecimiento de este tipo, concretamente del 64%, que podría continuar la tendencia con el Bayern luchando por clasificarse para los playoffs por primera vez en su historia. No es de extrañar, por tanto, que la Euroliga quiera atar Berlín. París y Londres son mercados señalados en rojo, pero su bajo nivel deportivo actual impide pensar en las dos capitales… de momento.
Sea como fuere, está claro que los clubes socios buscan la estabilidad de la liga mediante el aumento del número de clubes con plaza fija. Con la confirmación de las tres Licencias, ya tenemos catorce equipos asegurados para la próxima edición de la Euroliga, la temporada 2021-22. Si el Valencia Basket no logra clasificarse para los playoffs -condición deportiva que debe cumplir para asegurar su puesto un año más-, habrá dos plazas libres para los finalistas de la EuroCup y, por tanto, sólo dos invitaciones disponibles.
Siempre y cuando no alcance la final de la segunda competición un equipo español, el Valencia Basket podrá hacerse con un hueco. Llegado el momento, competiría por una de las dos ‘wildcards’, invitaciones que tradicionalmente han ido dirigidas a la VTB League y la Liga Adriática. De nuevo, a pelear a contra grandes mercados, como el balcánico y el ruso.
Me cuesta ver una temporada sin Estrella Roja o Partizán, con la Euroliga poniendo en riesgo la marcha de los dos gigantes serbios a la FIBA. Y, si el Khimki desaparece de la escena, otro equipo ruso podría reclamar su lugar, con el Zenit de San Petersburgo con la ventaja por su experiencia, pero con el Lokomotiv Krasnodar y UNICS Kazán opositando desde la segunda máxima competición. Toda esta reflexión contando con la solidez de la Virtus de Bolonia en la EuroCup, donde si cometiera un (mayúsculo) error pondría su candidatura en forma de estrellas -y audiencia televisiva creciente del 184%- sobre la mesa.
Parece cuestión de tiempo hasta que la Euroliga continúe creciendo. Sin embargo, esperar a una amplición de 20 ó 22 equipos no casa con la ambición del club ni de su dueño. El Valencia Basket necesita apurar sus opciones deportivas si no quiere pasarse los próximos meses tratando de demostrar en los despachos que es un equipo de Euroliga.
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