Por Aris Barkas / barkas@eurohoops.net
El 72º All-Star Game de la NBA fue una decepción total y, por eso, una vieja idea europea puede devolver glorias pasadas.
Aunque el concepto del All-Star Game es distintivo estadounidense, muchos países europeos -mientras el baloncesto florecía durante los años 90- intentaron imitarlo y muchos aún lo hacen con resultados desiguales. Sin embargo, si el partido de las estrellas en la NBA cada vez más en un partido en el que el resultado final es irrelevante, los All-Star Games, en general, están en declive.
La Euroliga ni siquiera lo intentó y la mayor liga doméstica de Europa, la Liga Endesa, también pasa de All-Stars. Su producto estrella es, en realidad, la Copa del Rey, un modelo también copiado en Europa.
La idea de reunir a aficionados de muchos equipos para disfrutar del partido es buena y puede funcionar, pero tener también partidos con relevancia y el premio de un trofeo “real” otorgado al final funciona mucho mejor en las bases de aficionados europeas.
Hay algunas excepciones, como el All-Star de la liga francesa de este año. Fue la fiesta de Wembanyama, pero se necesita un imán como la primera elección del próximo draft de la NBA para que funcione.
Una rivalidad que motive a los jugadores
Durante años, la rivalidad entre el Este y el Oeste fue suficiente para que todas las estrellas de la NBA desplegaran su mejor juego sobre el parqué. El All-Star -y también el concurso de mates- era un rito de iniciación para cualquier jugador joven que quisiera medirse con los grandes.
Con el tiempo, esta motivación se desvaneció. En la era moderna de la NBA, donde una lesión puede costar millones y la “gestión de la carga de partidos” está aceptada, matarse en un encuentro de exhibición no tiene sentido.
Pero el All-Star, al menos en la cancha, necesita tener un juego con un sentido competitivo. En los últimos años, solo Giannis Antetokounmpo tenía ganas de demostrar su valía en el All-Star Game y eso trajo un soplo de aire fresco al partido, que alcanzó su punto álgido en Chicago, allá por 2020, cuando el último cuarto del partido acabó siendo una pelea de perros después de muchos muchos años.
Por eso, tener el formato de Estados Unidos contra el Resto Mundo puede cambiar las cosas, aunque se haya abandonado la idea recientemente en el Rising Stars Game.
Uno de los principales atractivos del baloncesto FIBA, especialmente cuando participa Estados Unidos, es tener a otras selecciones deseosas de medirse con los mejores. Eso también puede ocurrir en el All-Star de la NBA y, teniendo en cuenta que ésta es una liga global, tiene más que sentido.
Un partido global
Durante muchos años, el All-Star se aplicó en Europa con un equipo formado por jugadores locales y el otro por “extranjeros”, principalmente estadounidenses.
Ha habido algunas variaciones, pero en general ésa es la idea. En algunas ocasiones, dependiendo del nivel de talento local, se puede ver a europeos contra no europeos, pero eso es todo.
Y por último, hay tantas estrellas internacionales en la NBA, que un partido de Estados Unidos contra el Resto del Mundo tiene sentido. Eurohoops exploró la idea en 2018, sin embargo, este año se presentó un artículo similar en la web oficial de la NBA demostrando que la idea está más madura que nunca.
Teniendo en cuenta el impacto que tuvieron partidos históricos, como la derrota en semifinales de Estados Unidos en el Mundial de 2006 ante Grecia y también la final olímpica de 2008 entre la España de Pau Gasol y los Estados Unidos de Kobe Bryant, la única explicación que puede considerarse válida para que la NBA no pruebe este formato, es la creencia de que el equipo internacional será presa fácil.
Con siete All-Stars internacionales este año -ocho según la NBA, que considera australiano a Kyrie Irving por su lugar de nacimiento-, incluidos nombres tan conocidos como Nikola Jokic, Luka Doncic, Joel Embiid y Giannis Antetokounmpo, este cambio debería ser una obviedad teniendo en cuenta el fiasco de este año en Utah.