Por Aris Barkas/ barkas@eurohoops.net
La historia parece ser simple: En el año 2000 se creó la Euroliga cuando los clubes decidieron que querían su propia liga. Durante un año (2000-01) la FIBA luchó contra la nueva competencia organizando su Suproliga y en 2015 la FIBA decidió que quería devolver la liga.
El resultado de la nueva “guerra” entre las dos partes es una Europa con cuatro competiciones continentales – Euroliga, la Eurocup, la Champions, la FIBA Eurocup y también un montón de preguntas. ¿Por qué la FIBA decidió devolver la Euroliga? ¿Por qué los grandes clubes negaron la oferta que se les había hecho? ¿Qué nos depara el futuro?
El Eurohoops está tratando de conectar todas las piezas de un rompecabezas muy grande en un esfuerzo por comprender lo que realmente sucedió y cómo esta situación puede ser resuelta.
De nuevo a 2010 …
La Euroliga fue creada por los grandes clubes europeos no sólo con el fin de maximizar sus ingresos, sino también porque la FIBA simplemente no les había oído ni sus propuestas, haciendo su máxima prioridad el mantenimiento de la competencia bajo el control de la federación internacional de baloncesto.
Cuando los clubes dieron el gran paso en 2000 para crear una nueva liga privada, tenían dos objetivos. Una estructura en la que tomaría decisiones por su cuenta y un impulso real a fin de aumentar los ingresos. ¿Cuánto obsoleta estaba la FIBA en cuanto al manejo de las cosas? Desde mediados de los años noventa el nombre de la Euroliga se utilizó extraoficialmente para denominar la “copa de campeones de Europa”. La FIBΑ nunca registró la marca. En 2004 las dos partes llegaron a un acuerdo oficial y el primer acto de la “guerra” había terminado con la FIBA aceptando el statu quo.
La Euroliga también tenía suficientes problemas. Los clubes no estaban y aún no están satisfechos con sus ingresos. Durante Final Four del 2002, el Panathinaikos, que acababa de unirse a la liga después de la disolución de Suproliga, amenazó con no disputar el partido final debido a una disputa financiera.
Por ello muchos clubes tenían por lo menos la remota sensación de que un posible cambio podría ayudarlos económicamente. Alrededor de 2010, los murmullos se hicieron más que evidentes con grandes clubes, si no empujando, por lo menos hablando entre bastidores de un nuevo formato y una liga cerrada. El resultado inicial de estas conversaciones fue la expansión del Top16 de la temporada 2012-13 con dos grupos de ocho equipos. En aquel entonces, la FIBA sabía que tenían una oportunidad.
Todo comenzó con el nuevo círculo de las competiciones de la FIBA de cuatro años, una discusión que fue hecha pública durante los primeros meses de 2012. En ese momento, la FIBA Europa estaba en desacuerdo con la FIBA, porque quería seguir teniendo un torneo Eurobasket cada dos años y no cada cuatro años. Sin embargo, la FIBA tenía en mente una imagen mucho más grande, el proyecto de una FIBA “unida” ya se había puesto en marcha en 2014 y fue aprobado. La FIBA Europa – federación análoga a la UEFA – estaba limitada a una oficina regional y todo el poder pertenecía directamente a la FIBA.
El plan maestro también incluía la retoma del control de la Euroliga por parte de la FIBA, sin duda la mejor liga del mundo fuera de la NBA, que todavía tenía un gran potencial para crecer. En este punto, la FIBA no tenía ninguna de las ligas mayores del club bajo su control y sólo organizaba los torneos nacionales. Parece que no era suficiente. En toda Europa hubo rumores acerca de la FIBA haciendo movimientos para devolver la Euroliga. Fue descubierto todo el pastel y finalmente, en 2015, comenzó a circular la información sobre los ingresos de más de 100 millones de euros por temporada para los clubes. Pues, ¿qué sucedió y la Euroliga surgió posiblemente más fuerte en la nueva era que comienza esta temporada?
La FIBA y la inversión que le falta
El año 2015, la FIBA se dirigió directamente a todos los grandes clubes de la Euroliga y la mayor parte de esas reuniones se realizaron en público. A pesar de los rumores sobre los ingresos sin precedentes o próximos a los de la NBA que respalda el proyecto de FIBA, los clubes se mantuvieron cautelosos por no decir más. Para ser exactos, solamente el Panathinaikos y el Unicaja fueron mencionadas regularmente como fuertes candidatos para unirse a la FIBA, principalmente debido a la problemática relación de los griegos con la Euroliga. En el caso del Unicaja la razón fue la posible pérdida de su licencia A, como pasó al final.
Lo que no se conocía en el aquel momento fue que en el verano de 2015 la FIBA también se dirigió directamente a la Euroliga y prácticamente hizo una oferta para “comprar” la liga. Según fuentes de ambas partes, fue enviada una oferta firmada por el secretario general de la FIBA, Patrick Baumann, en la que la FIBA estaba lista para compensar la Euroliga para hacerse con la organización. También le fue ofrecida al director general de la Euroliga, Jordi Bertomeu, un cargo de asesor/gobernador por un total de cinco años. En este documento no fueron mencionadas algunas cantidades, pero la intensión era más que clara.
Mientras tanto, también a puerta cerrada, la Euroliga estaba hablando con la IMG con el fin de formalizar el acuerdo de su empresa conjunta de 10 años. Es ingenuo pensar que el acuerdo que se espera que transforme el panorama del baloncesto europeo sucediera de la noche a la mañana.
Por supuesto, todos esos movimientos los conocían al menos los grandes clubes europeos, que estaban esperando para oír versión final de las dos ofertas. Aquí es donde las cosas se ponen muy complicadas. El 3 de noviembre de 2015 la FIBA hizo su presentación a los clubes. Un formato de 16 equipos, 8 licencias A para Maccabi Tel Aviv, Panathinaikos, Olympiacos, Real Madrid, Barcelona, CSKA Moscú, Anadolu Efes y Fenerbahce y 30 millones de euros en ingresos garantizados con aumento anual de 5%.
Sobre el papel, no está nada mal, pero para los clubes era una decepción. El Eurohoops tiene en posesión el expediente completo de la presentación, al que le falta un detalle clave. Si bien hay muchas menciones de un “inversor de fundación estratégica”, el inversor nunca ha sido nombrado. Se supone que los activos de la FIBA son la garantía de los 30 millones de euros de los ingresos, mientras que los clubes tendrán que “traspasar de manera exclusiva la explotación de los derechos de los medios y una parte de su inventario patrocinio relacionado con la liga de Campeones de Baloncesto” a una nueva empresa que les proporcione un 50% de las acciones.
Según la presentación, la nueva liga sería rentable durante la tercera temporada, mientras que la valoración prevista habría sido “después de la tercera temporada unos 300 millones de euros y unos mil millones de euros en la décima”. En función de sus resultados, los ingresos por club oscilarían de 562.000 euros a 4,5 millones de euros la primera temporada. Sin embargo, no fue presentado ningún plan de negocio detallado. A eso hay que añadir lo del inversor hipotético, que ni fue mencionado durante la presentación, y entenderán por qué los clubes se mostraron escépticos sobre el proyecto de la FIBA. También la propuesta era sospechosamente similar a la que IMG y Euroliga estaban preparando y que en aquel momento también fue conocida por los clubes.
Una semana más tarde, fue hecha pública y aprobado por los clubes, que habían respaldado la FIBA, la empresa conjunta de IMG y Euroliga. El único equipo que no firmó el acuerdo el mismo día era Panathinaikos, pero lo hizo unas semanas después.
El siguiente paso
Por el momento, la FIBA ha decidido dejar en paz a la Euroliga y centrarse en la batalla de la Eurocup. Después de todo, la Champions y la Eurocup podrían ser considerados como unas competiciones de segundo nivel, incluso si algunos de los clubes de la Campeones no puede considerarse compararse a los de la Eurocup.
Por otra parte, la situación con los equipos que dejaron la Eurocup para unirse a la Champions tras sucumbir a la presión de las ligas y federaciones locales está bien documentado, y la FIBA ha tenido éxito en quitándole algo del prestigio a la Eurocup. Sigue la incógnita de si las dos partes pueden enterrar el hacha de guerra, porque no se puede negar que la víctima principal de este debate es el mismo deporte, con ambas partes siendo los bandos perdedores y con los aficionados ajenos a una competición o partido que no estén directamente relacionados con su equipo.
La situación podría ser resuelta por sí misma dependiente de la popularidad de las dos competiciones y el interés o desinterés de los aficionados. Por otro lado, la FIBA y la Euroleague tienen que continuar sus conversaciones por una razón simple. Tras el verano de 2017, habrá ventanas durante la temporada para los torneos de clasificación de los equipos nacionales. La Euroliga insiste en que sus clubes no reconcilien con la FIBA, por lo que podría haber partidos de clasificación en los que los equipos nacionales no contraría con jugadores de la NBA, la Euroliga y la Eurocup.
Así que, todavía hay apalancamiento en ambos lados y el problema de las ventanas clasificatorias podría ser la clave para poner fin al conflicto. Según fuentes de Eurohoops, a pesar del hecho de que estamos en plena “guerra fría”, en realidad los contactos entre la FIBA y la Euroliga nunca han sido interrumpidas…